Edgar, mi pequeño paciente con tumor en el cuello

Cuando vi a Edgar por primera vez en noviembre de 1994 por una tumoración en el cuello, tuve la sensación de que su caso tenía un pronóstico grave, y que tenía que hacer algo y pronto. Ahora sé que esa sensación es común entre los clínicos experimentados y que tiene validación científica en el concepto de “gut feelings” o intuición somática pronóstica, y que su función es vital en la toma de decisiones clínicas junto con el método bayesiano racional que se enseña en el pregrado médico. También, tuve que remontar la enseñanza que recibí de mantenerme apartado emocionalmente de mis pacientes, “ser objetivo en el diagnóstico y el tratamiento”. Por último, pero más importante, la muerte de un niño pequeño y el sufrimiento que compartí, me hicieron reflexionar sobre el significado de la muerte y el de practicar la medicina. Era claro, que tenía mucho que aprender y que no se me había enseñado en mi formación en el pre y el posgrado.